Joel-Peter Witkin es un intrépido creador de imágenes. que ha sabido crear y ocupar en solitario un espacio único que no ocupa ningún otro artista fotográfico. Es un lugar entre lo depravado y lo divino, compuesto por perturbadoras, pero al mismo tiempo fascinantes imágenes. Witkin es el fotógrafo del lado oscuro, el cronista gráfico de la vida y la muerte.
Nadie al ver un lienzo de Witkin puede permanecer inalterado. Pero esto no es sólo resultado de lo que Witkin escoge fotografiar, sino por el modo en que aborda el material y trasciende sus limitaciones. Para sus cuadros fotográficos, cuidadosamente compuestos utiliza cadáveres, hermafroditas, jorobados, tullidos, enanos, miembros amputados... freaks a los que cubre el rostro con máscaras, vendas o rostros falsos negando al espectador la verdadera personalidad del modelo y creando paradojas visuales que desafían nuestra percepción.
Cuando fotografía cadáveres y miembros amputados, Witkin otorga movimiento y expresión a su esencia moribunda y los vuelve a dar vida. Los resucita para entrar en comunión con los vivos, y lo que es más crea la oportunidad de que los vivos convivan con los muertos.
Una imagen de Witkin puede ser leída una y otra vez, y seguir siendo un misterio que parece estar un poco más allá de nuestro alcance. Witkin sabe que no somos criaturas racionales, sino que estamos sujetos a nuestros sentidos. Y por eso utiliza la vista, nuestro sentido más privilegiado, para desconcertar e instruirnos. Profundiza la brecha entre los sentidos y el entendimiento.
Las imágenes de Witkin se resisten a la categorización. En cada una de ellas hay algo que atrapa al espectador, algo que no nos permite desechar lo que vemos ni aceptarlo en su totalidad. Nos alejamos de una imagen de Witkin con la sensación de que hemos entrevisto significado. Sus imágenes son nada menos que un intento de decir lo indecible.
Witkin ha sido frecuentemente acusado de sensacionalismo y de la explotación de sus monstruos, cuando en realidad los realza y redime pues los vuelve el eje de su búsqueda espiritual. Una vez fotografiados, estos monstruos ingresan en la corriente eterna del arte. [Charles Mann]