Fernando Beltrán es un poeta especializado en dar nombre a todas las cosas. Es un nombrador. Una persona capaz de crear de la nada una identidad verbal original para un nuevo producto o servicio.
Su trabajo puede parecerte poca cosa, pero es porque tú jamás te has visto en la necesidad y en el compromiso de crear el nombre de algo. Es un trabajo duro, obsesivo, recurrente, agotador. Un trabajo en el que el nombrador explora hasta el último rincón de sus referencias culturales y de su imaginación buscando esa palabra precisa con la que ceñir lo nuevo. A finales de 2011 Fernando Beltrán ha publicado un libro que se llama exactamente igual que su empresa: El nombre de las cosas (en casa del herrero cuchillo de palo, ya se sabe :-) Te recomiendo comprarlo y leerlo con un marcador en ristre para destacar todos los tesoros que vas a encontrar en sus páginas.
Cuando acabes de leerlo estoy seguro de que entenderás de otra forma la animación con la que empieza este post. Descubrirás que las palabras tienen un significado y un valor por sí mismas. Y que el nombrador articula y juega con las palabras en su cabeza para elegir entre tantas palabras comunes una sola: el nombre propio.